Recuerdo muy bien mi primer encuentro con una calculadora Texas Instruments. En mis últimos años de secundaria, mi mamá me regaló una TI-80 el día de regreso a clases. Después de mucho jugar con la programación y sorprenderme ante su proeza, me di cuenta que mi vida académica nunca sería la misma.
En mis primeros años de bachiller, decidí invertir la magna cantidad de $100 USD en la TI-83 Plus Silver Edition. No solo por su fantástica función Solve(), si no porque podía jugar Tetris toda el día a todo momento sin despertar la sospecha de ningún maestro.
Aquí hay un vínculo a un artículo con los mejores juegos de rol para la TI-83 de todos los tiempos.
Debo confesar. Es la culpa de mi TI-89 Titanium (mejor conocida entre los alumnos de ingeniería mecatrónica de las generaciones 2004 y 2005 del ITESM campus SLP como “La poderosa Voltron”) que hoy por hoy no puedo despejar una simple ecuación diferencial a mano.
Maldito seas, int(d(x),x).
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